Las aplicaciones basadas en la nube con bajo rendimiento cuestan a las empresas la pérdida de ingresos y clientes. De hecho, a medida que las aplicaciones en la nube se vuelven más complejas, pueden ocurrir problemas de rendimiento, lo que resulta en conversiones perdidas y mayores tasas de abandono del sitio web. Por lo tanto, las empresas que ejecutan aplicaciones web en la nube deben supervisar continuamente los problemas de rendimiento, la funcionalidad y la disponibilidad.
Las aplicaciones web tradicionales se encuentran en servidores estáticos dentro de un centro de datos detrás de los firewalls de la empresa. Esta cadena de entrega se fija con variables mínimas. Las aplicaciones en la nube, sin embargo, son más complejas por naturaleza. Aquí la cadena de entrega de aplicaciones se mueve desde un usuario final a través de un navegador (PC o dispositivo móvil), a través de Internet (a través de un ISP local o operador de telefonía móvil), a través de un tercero (proveedor de nube o red de entrega de contenido (CDN)), a la compleja infraestructura de un centro de datos. Todos estos elementos son esenciales para el rendimiento de una aplicación basada en la nube, lo que hace que las pruebas en la nube y el monitoreo en la nube sean mucho más desafiantes que la administración tradicional del rendimiento de las aplicaciones.